Para las vacaciones de este año decidimos organizarnos para coincidir e ir de viaje con un grupo de amigos. Sin más premisas que divertirnos y descansar, estuvimos barajando diferentes posibilidades: viaje en furgoneta por la Costa Azul francesa, ruta folclórico-fiestera por la Castilla profunda, varios paquetes turísticos pre-cocinados... pero finalmente la isla de Córcega se llevó la papeleta.
Alquilamos a través de internet una casita en Alata, una población cercana a la costa sur de la isla y a 8 Km. de una de las ciudades portuarias más importantes, Ajaccio. Puesto que la limitación económica era un punto común a todos nosotros, descartamos de inicio hacer el viaje hasta allí en avión, así que el Ferry fué la alternativa más factible.
Debido a las limitaciones _que desconocíamos_ de la mayoría de las empresas de alquiler de coches tuvimos que coger dos coches diferentes, uno para el trayecto Barcelona-Marsella, y otro para movernos por Córcega. Al parecer, no permiten que los coches de alquiler se muevan entre islas y territorio continental. Por suerte, gracias a que los precios de los parking públicos en Marsella eran bastante más asequibles que en Barcelona, y también a la picaresca que nos caracteriza, el aparcamiento de nuestro vehículo "continental" en el puerto de Marsella durante los días que estuvimos en la isla de Córcega salió "baratito". Una vez en la isla, nos movimos con una fantástica Renault Espace de 7 plazas que dió mucho de sí.
Los viajes en el Ferry, tanto de ida como de vuelta, un desastre. A la ida, gracias a una manada de adolescentes histéricos a los que los monitores "encerraron" virtualmente en la sala de butacas toda la noche. Obviamente de lo último que tenían ganas los muchachos era de dormir. Justo al contrario que nosotros. Quede en el recuerdo la mítica intervención de Hueso a eso de la 1 de la mañana con su "Irse a hablar a la cafetería, coño!!!". No creo que entendieran lo que dijo, pero pillaron el tono, a juzgar por el silencio que se mantuvo en las horas sucesivas. A la vuelta nos tocó compartir la sala de butacas con un nutrido grupo de trabajadores de la construcción que habían decidido plantarse en "huelga de ducha", como intuímos por el insoportable olor que les acompañaba, y que nos estuvo atizando durante todo el viaje.
Una vez Córcega, lo cierto es que pasamos más tiempo en el coche que de ruta o tomando el sol en sus playas. No tomamos suficientemente en serio las advertencias de la guia de Lonely Planet en que calificaba a las carreteras de Córcega como "tortuosas" o "terroríficas". Un viaje de 100 Km se convertía en toda una mañana de coche. Aún y así nos llevamos buenos recuerdos de los lugares que visitamos: La ciudad de Bonifacio, asomada a sus impresionantes acantilados, Ajaccio y su colorido y concurrido puerto, las impresionantes formaciones rocosas de las Calanques, las torres venecianas dispersas por toda la costa, las berenjenas a la bonifacia, el paisaje desde Olmeto, el espeso y altísimo bosque del Ospedale... En definitiva, un destino con mucho jugo, pero para hacer con muuuuuucho tiempo, o focalizando mucho lo que se quiere ver.