Hoy el post de McFlanagan en el diario colectivo me hizo brillar los ojos porque creí estar leyendo pensamientos propios que han estado rondándome estos últimos días por la cabeza. Todos los cambios que han habido a mi alrededor últimamente sumados a una situación personal y profesional algo indeterminada y difusa me han hecho replantearme ( o quizás simplemente plantearme, de una vez por todas ) qué quiero hacer realmente con todo ese tiempo que tengo por delante. Todas esas horas, esos días, esos años que me quedan aún por vivir. El levantarse cada día pensando simplemente en las 48 horas siguientes no va a funcionar por mucho más tiempo.
Quiero empezar a confeccionar una especie de "lista de deseos", unos objetivos a alcanzar, tanto a corto como a largo plazo. Una lista que colgaré en la cabecera de mi cama, con un bolígrafo al lado. Una lista de la que iré tachando periódicamente líneas, a medida que esas metas se vean cumplidas. Quizás ahora será un poco complicado. Tengo bastante claro lo que quiero conseguir, lo que quiero encontrar al final del trayecto, pero para llegar tendré que decidir bien dónde apoyar los pies en cada momento. No hay prisas, esta vez no. Quiero hacerlo bien. Sé que lo conseguiremos.
La manera que tenia hasta ahora de ver y entender la vida y a la gente que me rodea ha cambiado bastante en relativamente poco tiempo. Estoy rompiendo mis propios esquemas al admitir esto, soy consciente, pero no puedo negar la evidencia. Mi manera de relacionarme con la gente, de sentir, de expresarme... Me sorprendo a mi mismo llorando en el tren por la mañana mientras leo una noticia en el periódico porque por unos momentos me he convertido en el marido de una mujer con alzheimer, destrozado por la muerte en vida de la persona a la que más he amado en toda mi vida, llegando al límite de impedir que ese corazón que un dia contenía su alma siga latiendo sin sentido... y lamentando sólamente no haber sido lo suficientemente valiente como para detener también el mío... Estoy siendo objeto de un extraño ataque de empatía. Hechos que no deberían afectarme por mi poca o nula relación con ellos consiguen implicarme emocionalmente de una manera absolutamente increíble. Os ha ocurrido alguna vez? Esto es algo nuevo para mí. Bueno, supongo que en todos los procesos de cambio hay que pasar por fases de crisis, así que veremos cómo termina todo. Os dejo ya con un poema de Pedro Salinas que he recuperado del baúl de los recuerdos.
Amada Exacta
Tú aquí delante.
Mirándote
yo. ¡Qué bodas
tuyas, mías, con lo exacto!
Si te marchas, ¡qué
trabajo
pensar en ti que estás hecha
para la presencia pura!
Todo yo a recomponerte
con sólo recuerdos vagos:
te equivocaré la voz,
el cabello ¿cómo era?,
te pondré los ojos falsos.
Tu recuerdo eres tú misma.
Ahora ya puedo olvidarte
porque estás aquí, a mi lado.
Pedro Salinas (1891-1951)