Creo que me estoy resfriando. Hoy , mientras volvíamos de Castellón en coche, ya he notado los primeros síntomas de congestión, y esa odiosa sensación en los ojos. Una especie de hinchazón que te obliga a tenerlos entrecerrados y que te los acaba dejando irritados de tanto frotarlos. Al llegar a casa me he preparado un vaso con Couldina y una buena taza de colacao calentito, pero 5 minutos delante de la pantalla han sido suficientes: ha saltado una lágrima. Y me ha gustado. He podido sentir cómo se escapaba del párpado izquierdo y se deslizaba lentamente por mi mejilla hasta la comisura de los labios. Y por un momento, mientras caía, me he olvidado de lo tediosos que resultan los demás síntomas y me he concentrado en disfrutar de esa lágrima.
He intentado recordar cuándo fue la última vez en que lloré, y me he lamentado de no hacerlo más a menudo. Muchos problemas y tensiones que sufrimos podrían verse aligerados si fuéramos capaces de llorar con más facilidad. Las lágrimas són liberadoras, arrastran con ellas pesadumbres y sentimientos negativos, toxinas del alma. Atenúan las penas y exaltan las alegrías. Lo apuntaré en mi lista: abrir la llave de paso más a menudo. Vale la pena. Para ellas, un haiku precioso de José Juan Tablada, extraído de "El Jarro de las Flores".
de adiós irremediable,
la huella de una lágrima.